¿Quién fue Eva Perón?.
María Eva Duarte conocida como Eva Perón, es el nombre que el pueblo de Argentina la conoció y Evita como se reconoció en la calle, fue la esposa del Presidente Juan Domingo Perón y una figura relevante en la política peronista.
Nació el 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, Buenos Aires, Argentina. A los 15 años se traslada a Buenos Aires con el sueño de ser actriz, sueño que consiguió y en 1944 conoce al Coronel Juan Domingo Perón, al mes vivían juntos y en dos años terminan casándose.
En 1946 Juan Domingo Perón es elegido Presidente de Argentina. Como Primera Dama trabajó para obtener el voto femenino y con su Fundación Eva Perón, trabajó en la parte social creando hospitales, hogares de acogida y escuelas. Tenía un carisma avasallante que la conectaba con todas las masas trabajadoras.
Falleció el 26 de Julio de 1952, tras un cáncer de útero, no tuvo hijos y tal era su popularidad que se realizó un funeral de 15 días.
Hay un billete con su cara, un museo en su nombre con una tienda de recuerdos, monumentos, murales y restaurantes, también se realizó un musical llamado “Evita” y una película que protagonizó Madonna en el rol de Eva Perón.
Las mejores frases de Eva Perón.
“A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de rojos porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada”.
“Ahora si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo. Cuando un pibe me nombra Evita me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama Evita me siento con gusto compañera de todos los hombres”.
“Aparento vivir en un sopor permanente para que supongan que ignoro el final… Es mi fin en este mundo y en mi patria, pero no en la memoria de los míos. Ellos siempre me tendrán presente, por la simple razón de que siempre habrá injusticias y regresarán a mi recuerdo todos los tristes desamparados de esta querida tierra”.
“Cada uno debe empezar a dar de sí todo lo que pueda dar, y aún más. Solo así construiremos la Argentina que deseamos, no para nosotros, sino para los que vendrán después, para nuestros hijos, para los argentinos de mañana”.
“Como mujer siento en el alma la cálida ternura del pueblo de donde vine y a quien me debo”.
“Con las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los humildes”.
“Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria. Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita”.
“Cuando elegí ser Evita sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama Evita. Solamente aprendieron a llamarme así los descamisados. Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme Señora; y algunos incluso me dicen públicamente Excelentísima o Dignísima Señora y aún, a veces, Señora Presidenta. Ellos no ven en mí más que a Eva Perón”.
“Cuando un pibe me nombra Evita me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama Evita me siento con gusto compañera de todos los hombres”.
“Daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados”.
“De nada valdría un movimiento femenino en un mundo sin justicia social”.
“Donde existe una necesidad nace un derecho”.
“El arma de los imperialismos es el hambre. Nosotros, los pueblos sabemos lo que es morir de hambre”.
“El capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos y entreguistas han podido comprobar que no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene conciencia de sus derechos”.
“El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón”.
“El talón de Aquiles del imperialismo son sus intereses”.
“Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón”.
“En la vida argentina ya no hay lugar para el colonialismo económico, para la injusticia social, ni para los traficantes de nuestra soberanía y nuestro porvenir”.
“Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina”.
“La patria es el pueblo y nada puede sobreponerse al pueblo sin que corran peligro la libertad y la justicia”.
“La patria no es patrimonio de ninguna fuerza”.
“La envidia de los sapos nunca pudo tapar el canto de los ruiseñores”.
“Ladran Sancho, señal que cabalgamos”.
“Le tengo más miedo al frío de los corazones de los compañeros que se olvidan de donde vinieron, que al de los oligarcas”.
“Lo único que debemos hacer es adquirir plena conciencia del poder que poseemos y no olvidarnos de que nadie puede hacer nada sin el pueblo, que nadie puede hacer tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino”.
“Lo único que los mueve es la envidia. No hay que tenerles miedo: la envidia de los sapos nunca pudo tapar el canto de los ruiseñores”.
“Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran”.
“Los pueblos de la tierra no sólo deben elegir al hombre que los conduzca: deben saber cuidarlo de los enemigos que tienen en las antesalas de todos los gobiernos”.
“Más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos”.
“Me tienen sin cuidado los odios y las alabanzas de los hombres que pertenecen a la raza de los explotadores. Quiero revelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón”.
“Mis descamisados, yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que estoy segura, como es mi deseo, que pronto estaré en la lucha, con más fuerza y más amor, para luchar por este pueblo al que tanto amo, como lo amo a Perón… Pero si no llegara a estar por mi salud, cuiden al general, sigan fieles a Perón como hasta ahora, porque eso es estar con la Patria y con ustedes mismos”.
“Ni era soltera entrada en años, ni era tan fea por otra parte como para ocupar un puesto así… que, por lo general, en el mundo, desde las feministas inglesas hasta aquí, pertenece, casi con exclusivo derecho, a las mujeres de ese tipo… mujeres cuya primera vocación debió ser indudablemente la de hombres. ¡Y así orientaron los movimientos que ellas condujeron!…Parecían estar dominadas por el despecho de no haber nacido hombres, más que por el orgullo de ser mujeres”.
“No dejaré piedra sobre piedra que no sea peronista”.
“No hay nada que sea más fuerte que un pueblo. Lo único que se necesita es decidirlo a ser justo, libre y soberano.
“No nos alcanzará el alambre de fardo para colgar a los contreras”.
“Nuestra patria dejará de ser colonia, o la bandera flameará sobre sus ruinas”.
“Nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas”.
“Pongo junto al alma de mi pueblo, mi propia alma”.
“Porque estoy segura que solamente dándola (el alma) me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad”.
“Prefiero ser solamente Evita a ser la esposa del Presidente, si ese ‘Evita’ es pronunciado para remediar algo, en cualquier hogar de mi Patria…”.
“Que nadie puede hacer tampoco nada que no quiera el pueblo. ¡Sólo basta que los pueblos nos decidamos a ser dueños de nuestros propios destinos! Todo lo demás es cuestión de enfrentar al destino”.
“Queremos una Argentina pacífica, poderosa y soberana y una masa de trabajadores unida y feliz como ninguna en el mundo. Queremos el bienestar de los trabajadores, la dignificación de los humildes y la grandeza de esta patria que Perón nos ha dado y que todos debemos defender como la más justa, la más libre y la más soberana de la Tierra”.
“Quiero decirles la verdad de una humilde mujer del pueblo ¡La primera mujer del pueblo que no se dejó deslumbrar por el poder ni por la gloria!”.
“Renuncio a los honores, pero no a la lucha”.
“Sangra tanto el corazón del que pide, que hay que correr y dar, sin esperar”.
“Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran”.
“Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo”.
“Una vez más, mis queridos descamisados, uniéndonos al líder y conductor, reafirmamos que en la vida argentina ya no hay lugar para el colonialismo económico, para la injusticia social, ni para los traficantes de nuestra soberanía y nuestro porvenir”.
“Vosotras mismas, espontáneamente, con esa cálida ternura que distingue a las camaradas de una misma lucha, me habéis dado un nombre de lucha: Evita. Prefiero ser solamente Evita a ser la esposa del Presidente, si ese ‘Evita’ es pronunciado para remediar algo, en cualquier hogar de mi Patria”.
“Yo lo he dicho ya otras veces, soy el pequeño gorrión de una bandada inmensa, a quien Perón, el cóndor que domina las alturas, enseñó a volar cerca del cielo”.
“Yo no me dejé arrancar el alma que traje de la calle, por eso no me deslumbró jamás la grandeza del poder y pude ver sus miserias. Por eso nunca me olvidé de las miserias de mi pueblo y pude ver sus grandezas”.
“Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de Perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”.